Vías Ferratas.

Las Vías Ferratas nacen sobre 1843 en Austria, debido a la necesidad de hacer más accesible las travesías hacia los grandes picos como el Hoher Dachstein. Posteriormente, Italia en la Marmolada 1903. En la Primera Guerra Mundial se equiparon senderos con fines militares en los Dolomitas, una vez terminada la guerra estos se convirtieron en senderos deportivos y de ocio.


No fue hasta 1990 que España conoció su primera vía de estas características, instalada en la montaña de Montserrat por Antonio García Picazo, Vía Ferrata Teresina.

Tal y como la conocemos hoy en día, se puede decir que, las vías ferratas son un itinerario deportivo -tanto vertical como horizontal- que transcurre por paredes y macizos de roca equipados por diferentes dispositivos como: grapas, clavos, presas, pasamanos, puentes, cadenas,  cables de vida, etc... Estos dispositivos nos permiten la progresión en las vías y nos brindan la seguridad para la misma ya que no es una actividad exenta de riesgos, la posibilidad de caída siempre estará presente.

Para la practica de esta disciplina debemos de cumplir estrictamente con el material de seguridad necesario e imprescindible y lo que es más importante, su CORRECTO USO, independientemente de los factores físicos y psicológicos que puedan afectar a cada individuo en particular, no por ello menos importante que el material de seguridad. 

Las características del terreno de una vía ferrata puede ser muy variopinta en ocasiones, podemos encontrarnos con diversos accidentes geológicos o métodos artificiales para lograr la progresión; paredes verticales, paredes desplomadas, techos, puentes Tibetanos, resaltes con diferentes angulaciones, chimeneas, y un largo etc... 

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